En el caso de la mayoría de los trasplantes el órgano sano se sustituye por el órgano enfermo. Sin embargo, en el caso del trasplante renal no es así: los riñones originales no se extirpan a menos que den problemas.

El riñón que se implanta se coloca en la fosa ilíaca, es decir, en la parte lateral del abdomen, por debajo del ombligo. Puede colocarse, de forma indiferente, en el lado izquierdo o derecho. Por lo tanto la cirugía se realiza por la parte delantera, quedando la cicatriz quirúrgica en esta zona.

El riñón dispone de una arteria que le aporta la sangre, una vena por donde se devuelve al torrente sanguíneo y un uréter que es el conducto que lleva la orina hasta la vejiga.

Lógicamente los cirujanos (urólogo y cirujano general) deben realizar la unión de estos tres conductos mediante suturas entres los vasos sanguíneos del donante y receptor y entre el uréter del donante y la vejiga del receptor.

En el caso del trasplante de cadáver, se comprueba que los riñones que van a ser trasplantados funcionan bien y no tienen enfermedades que pudieran ser transmitidas a los enfermos que van a recibirlos. Aunque las personas donantes ya están fallecidas cerebralmente, se mantienen sus constantes vitales artificialmente en las Unidades de Cuidados Intensivos

Técnicamente, según los expertos, la operación de trasplante de riñón es “sencilla” (aunque quizás la palabra teóricamente, estaría sin duda mejor empleada que técnicamente), y consiste en la implantación en el cuerpo del paciente de un riñón procedente de otra persona y que cumplirá perfectamente el trabajo que los dos riñones enfermos no pueden realizar.

Esta intervención consta fundamentalmente de dos tipos de uniones: las vasculares (arterias y venas del riñón del donante con las del receptor) y las urinarias (conexión con uréter y vejiga), siendo la duración de la intervención en el receptor de unas 3-4 horas y dependiendo de la naturaleza de dicho trasplante.

La técnica quirúrgica más utilizada es aquella en la que se coloca el injerto en la fosa ilíaca derecha (parte inferior externa derecha del abdomen) dejando los riñones propios del receptor en su sitio y sólo extirpándolos si hubiera algún problema añadido.

Esta zona tiene las ventajas de su fácil acceso, tiene vasos a los que se unen la arteria y la vena del injerto, la vejiga está próxima por lo que el conducto (uréter) que lleva la orina desde el riñón trasplantado a la vejiga se puede unir a ésta sin dificultad y además está protegida por los huesos de la pelvis sobre los que se acomoda el riñón.