- Aprender, siempre que sea posible, el nombre de las medicinas, su finalidad, las dosis, las horas y los días en que se deben tomar. Si lo encuentra complicado apúntelo en una tabla de control.
- Nunca modificar las dosis de un medicamento ni tomar ninguna otra medicación que no haya sido recetada o aprobada por el nefrólogo, incluso si ha sido el dentista o el médico de cabecera quién nos lo ha recetado.
- Si en una dosis se comete un error, no intentar corregirlo en la siguiente, pues se cometerían dos errores. Se apunta y se comunica al médico.
- Conservar la medicación limpia y seca, alejada de puntos de luz, calor o humedad, desechando los medicamentos ya caducados.
- Nunca cambiar los envases de los medicamentos, ni juntarlos, porque puede provocar equivocaciones.
- Anotar en una libretita, que tengamos adecuada para ello, los efectos extraños de la medicación (vómitos, urticaria, dolor de estómago…) y comunicarlo cuanto antes al médico.
- Es útil colocar cada mañana toda la medicación, correspondiente a ese día, en un pastillero u otro envase equivalente que llevemos siempre encima, por si no podemos estar en casa a la hora prevista en la que nos toque una o más tomas.
- Si se va a viajar en avión, procurar llevar parte de la medicación en nuestro bolso de mano por si hubiera problema con el equipaje.
- En realidad, las siguientes medidas son buenas para cualquier persona, aún estando sana; mucho más, como es lógico, para las personas con algún problema de salud.
- Evitar el exceso de peso ya que después del trasplante, como hay mayor libertad para comer, se tiende a engordar. Es aconsejable disponer de una balanza en casa para el control diario del peso.