Ni la vitamina C sirve para prevenir y curar un catarro ni los antibióticos van a acabar con un proceso gripal.
Ocurre cada año. La llegada del frío parece que trae consigo todo un ejército de virus que debilita nuestras defensas y acaba provocando que buena parte de la población caiga enferma. En estas fechas, raro es el que se libra de contraer un catarro o de pasar unos días en la cama a causa de la gripe. De hecho, según el III Estudio Cinfasalud sobre Percepción y hábitos de la población española en torno al resfriado y la gripe apunta que el invierno es la época del año en la que las personas nos resfriamos con una mayor frecuencia.
Pero, ¿sabes realmente diferenciar entre un simple resfriado y un proceso gripal? La cosa no es tan fácil como parece. Tal y como explica Vicente Baos, médico de atención primaria en el Centro de Salud de Collado Villalba-Pueblo y autor del blog de divulgación El Supositorio, la gripe se distingue del resfriado principalmente en base a la severidad de los síntomas.
«El catarro común presenta una sintomatología que se puede definir por oposición a la gripe. Los síntomas que predominan son los locales: la congestión nasal, los estornudos y el picor de garganta. Y apenas hay fiebre», cuenta Baos. «En cambio, con la gripe predomina el dolor de cabeza y muscular, las fiebres suelen ser más altas (unos 38 – 40 grados) y persistentes, los síntomas a nivel de faringe y garganta son menores y afecta más severamente a las personas», añade.
Tal y como señala el facultativo, en el caso de la gripe, el principal virus causante de la enfermedad es un agente infeccioso llamado influenza. En el caso del catarro, los principales responsables son los llamados rinovirus y coronavirus. «Estos mutan continuamente y no es posible fabricar una vacuna para combatirlos. Sin embargo, mantienen un comportamiento que no requiere una vigilancia tan estricta como en el caso de la gripe», explica el facultativo.
Cómo tratarlos
¿Es posible acabar con la gripe o el resfriado de un plumazo? Pues lo cierto es que no. «Lo más importante es abordar ambas patologías de forma tranquila», explica Baos. En la mayoría de los casos, los síntomas pueden llegar a alargarse hasta siete y 10 días, así que, durante el tratamiento, lo único que se puede hacer es «intentar aliviar los síntomas, utilizar antitérmicos si la fiebre es muy alta, y beber gran cantidad de líquidos».
La prevención también resulta complicada por las características de ambas patologías. En el caso de grupos de riesgo, la vacuna de la gripe ha demostrado una grandísima efectividad y suele ser un gran aliado. Así, mantener las manos limpias es otra de las medidas a adoptar, ya que nuestras extremidades son la principal vía de transmisión. «Cuando una persona tose es mejor hacerlo sobre el antebrazo que sobre la mano, por ejemplo. Además, en la medida de lo posible, conviene evitar los lugares muy concurridos y utilizar pañuelos de un solo uso«, recomienda Baos. «Si todos fuésemos un poco más conscientes de estos pequeños gestos, los virus lo tendrían un poco más difícil», añade.
Pese a lo que suele creerse, la gripe y los resfriados no se dan exclusivamente en invierno. «En la época invernal la difusión viral es más frecuente por las características ambientales y de sociabilidad en las que nos movemos. Sin embargo, la exposición al frío no es tan determinante ya que, por ejemplo, en Finlandia tenemos los mismos casos de gripe que se dan en España«, explica Baos. «El virus de la gripe comenzó en verano y se mueve por todo el planeta a lo largo de todo el año», añade.
El médico también desmiente uno de los mitos que perviven en el imaginario colectivo desde hace años, el de que la vitamina C previene y cura los resfriados. «No existen evidencias científicas sobre ello. Lo importante es llevar a cabo una nutrición adecuada a través de la ingesta de frutas y hortalizas. Pero de nada sirve tomar dosis innecesarias de vitaminas en personas que no tienen problemas de alimentación», finaliza Baos.