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Autocontrol de la diabetes, ¿quién mejor que tú?

La diabetes necesita estar atendida las 24 horas del día, y somos nosotros mismos los únicos que podemos controlarla cada minuto con nuestros hábitos y conductas. Aprender a cuidarnos es indispensable para controlar la diabetes, evitar complicaciones y lograr así una buena calidad de vida.

 

Hasta hace relativamente poco tiempo la única responsabilidad sobre nuestra salud recaía en los profesionales sanitarios, sobre todo en los médicos de familia en caso de enfermedades crónicas como la diabetes. Pero afortunadamente esta situación ha cambiado y los pacientes participan cada vez más en la toma de decisiones sobre los tratamientos y cuidados.

De hecho, se estima que el 90% de las decisiones diarias en cuanto al control de la diabetes las toma el propio paciente, lo cual demuestra lo importante que es que la persona con diabetes aprenda a cuidarse y gestionar los problemas derivados de la enfermedad.
La diabetes es una patología compleja, ya que son muchos los factores que afectan, pero por eso precisamente es imprescindible la mayor implicación posible siendo así protagonistas de nuestro cuidado. Está más que demostrado que, a mayor implicación y conocimiento de la enfermedad, mayor y mejor serán los resultados de nuestra salud y de nuestra calidad de vida.

¿En qué consiste el autocontrol?
El autocontrol implica que sepamos utilizar los resultados obtenidos en el autoanálisis para tomar decisiones, saber aplicar las modificaciones terapéuticas y los cambios en nuestro estilo de vida para conseguir la regulación de los niveles de glucosa en sangre.
Por tanto, realizar los autoanálisis en casa y modificar las dosis de insulina cuando los niveles de glucemia están por encima o por debajo de nuestros objetivos personales forma parte del autocontrol; y también se debe considerar autocontrol a la introducción de cambios en la alimentación o en la actividad física en respuesta a los resultados analíticos o ante la presencia repetida de síntomas de hipoglucemia.
Otras formas de autocontrol son la modificación de ciertos hábitos relacionados con el tiempo libre, sobre todo si observas que has aumentado de peso, al llevar por ejemplo una vida sedentaria o por las calorías extra que hayas ingerido fuera de casa tomando tapas en el chiringuito durante el verano. Y en un sentido más amplio, autocontrol también es el abandono del consumo de tabaco o el autocuidado de tus pies.

¿Cuáles son los requisitos necesarios para llevar a cabo el autocontrol?
Para poder asumir de forma adecuada el autocontrol de tu diabetes debes disponer de una serie de recursos básicos:

¿Es realmente tan complicado?
Mantener a largo plazo la adhesión a un régimen terapéutico que exige tantos ajustes de nuestro hábitos y conductas va a depender, muchas veces, de que tú mismo seas capaz de percibir los beneficios de los autocuidados. Debemos de tener en cuenta que con un poco de conciencia y disciplina se reduciría las posibilidades de tener muchas enfermedades y controlar las ya diagnosticadas. La normalización de los niveles de glucosa, la ausencia de síntomas negativos, así como la información y apoyo del equipo médico pueden servir para aumentar nuestra percepción de la eficacia del tratamiento y del autocontrol y mantener una actitud positiva hacia los mismos.

Las claves del autocuidado
Toda persona ha de cuidarse, aún más cuando convivimos con alguna patología que, como es el caso de la diabetes, requiere más autocuidado por parte del propio paciente. Hoy en día contamos con información y buenas pautas que brindan los profesionales sanitarios, las asociaciones de pacientes, además de revistas y publicaciones en papel o digitales y aplicaciones móviles que nos enseñan y nos hacen la vida más fácil. Tenemos a nuestro alcance el conocimiento y los recursos necesarios, sólo hay que organizarse para que la diabetes se adapte a nuestros hábitos.
Existen una serie de parámetros que te ayudarán a tener bajo control el estado global de tu diabetes:

—Colesterol LDL: < 100 mg/dl
—Colesterol HDL: > 40 mg/dl en hombres y > 50 mg/dl en mujeres
—Triglicéridos: <150 mg/dl

El paciente experto, cada vez más influyente
Desde hace unos años la figura del “paciente experto” está ocupando un lugar cada vez más relevante y son muchas las iniciativas que se están afianzando en nuestro país, la mayoría de ellas parten de las propias asociaciones de pacientes.
Está más que comprobado que cuando es un “paciente experto” el que se dirige a otros pacientes, les informa y les trasmite su experiencia en primera persona, los resultados son mucho más efectivos. La empatía, la cercanía y el estar al mismo nivel crean un clima propicio para el entendimiento “de tú a tú”.

Niños más independientes
Si resulta complicado el autocuidado en los adultos, ¿qué pasa con los más pequeños? Los niños con diabetes suelen ser muy responsables ya desde pequeños con todo lo relacionado con la alimentación y enseguida aprenden a que antes de tomar algo que les apetece deben preguntar a sus padres.
Sin embargo, los cuidados de la enfermedad son complejos, tanto que hasta a los padres les resulta complicado llegar a alcanzar unos niveles estables en sus glucemias.
Dicho esto, ¿cuándo pueden adquirir los niños ciertas responsabilidades en el tratamiento? Está claro que esto depende de cada niño. A partir de los 3 o 4 años los niños, aunque ya sepan leer los números de los glucómetros, no sabrán interpretarlos, por ello habrá que indicarles si la glucosa está alta o baja, pero en poco tiempo esto también lo controlarán.
Manejar la insulina ya son palabras mayores y, en la mayoría de las ocasiones, supone bastante respeto para los padres ante el temor de las consecuencias por un mal uso. Más complicado es todavía la capacidad de calcular cuánta insulina deben administrarse, regular la pluma o manipular la bomba de infusión continua. Así que conviene esperar hasta los 7 u 8 años para que los niños empiecen a preparar las unidades de insulina y, si tienen valor suficiente, ponerse incluso la inyección ellos solitos, pero siempre bajo la supervisión de un adulto.
Encontrar el equilibrio entre proteger a nuestro hijo y enseñarle a crecer responsabilizándole de su enfermedad y tratamiento es difícil, pero trae consigo grandes beneficios, ya que el niño podrá disfrutar de una vida más igual a la de sus amigos y le haremos ser más independiente.

 

Fuente: SEMERGEN AP