Un estudio confirma que el uso de pentoxifilina en pacientes diabéticos con enfermedad renal aumenta la hormona antienvejecimiento klotho

La enfermedad renal crónica es una patología que afecta al 30% de las personas mayores de 60 años en nuestro país y, tal como demuestra la evidencia científica, además de que los riñones no son capaces de filtrar la sangre como deberían, también tiene consecuencias en el desarrollo acelerado del envejecimiento. La razón no es otra que la pérdida sistemática de algunas hormonas fundamentales para mantener el buen estado del organismo y que son producidas por el riñón, como la hormona antienvejecimiento denominada klotho.

Ahora, en la lucha contra la enfermedad renal crónica, investigadores de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, de su Instituto de Investigación Sociosanitaria (IIS-FJD), de la REDinREN (Red de Investigación Renal) y de la Unidad de Investigación del Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria de Santa Cruz de Tenerife, han logrado acercarse un poco más al quid de la cuestión del reto del antienvejecimiento gracias a un reciente estudio que ha demostrado que el uso del medicamento pentoxifilina reduce la inflamación del riñón y aumenta la hormona antienvejecimiento klotho. El trabajo, que lleva por título «Efectos de la pentoxifilina sobre la concentración de klotho soluble y la expresión en células tubulares renales en la enfermedad renal diabética», ha sido publicado recientemente en la revista «Diabetes Care».

El descubrimiento es clave, ya que esta investigación ha permitido observar «que la pentoxifilina tiene un efecto directo sobre las células tubulares del riñón, es decir, las que producen klotho, aumentando así la producción de ésta y evitando que baje en respuesta a la inflamación o a la pérdida de proteínas en orina», explica Alberto Ortiz, jefe del Servicio de Nefrología e Hipertensión del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz y coordinador de la Red de Investigación Renal, quien detalla que «estos estudios los realizó la doctora María Dolores Sánchez-Niño en el IIS-FJD.

Por su parte, el doctor Juan Navarro González, director de la Unidad de Investigación del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria de Santa Cruz de Tenerife, ha coordinado un ensayo clínico para evaluar el efecto de la pentoxifilina en la enfermedad renal diabética, habiendo demostrado que este fármaco reduce la albuminuria y enlentece la pérdida de función renal. El doctor Juan Navarro, en Tenerife, analizó los niveles de Klotho circulantes y en orina en pacientes con diabetes y enfermedad renal que participaron en un ensayo clínico de pentoxifilina. Allí comprobó que el efecto beneficioso de este fármaco sobre klotho también se observa en las personas.

De esta manera, por primera vez, se ha demostrado que un fármaco ya disponible y seguro para el usuario puede combatir el impacto negativo sobre la producción de klotho de dos de las principales consecuencias del envejecimiento: la inflamación y la enfermedad renal. «Este medicamento interrumpiría así el círculo vicioso de la aceleración del envejecimiento al disminuir la producción de klotho. Además, también permitirá retrasar el envejecimiento acelerado asociado a enfermedades inflamatorias de diversos tipos y a la enfermedad renal». De hecho, en el estudio más reciente se ha observado que la administración de pentoxifilina aumenta la proteína klotho. Esta mejoría se ha demostrado en pacientes que ya cuentan con un tratamiento habitual, por lo que el fármaco produce una mejoría adicional, tanto en la pérdida de proteínas como en la pérdida de las funciones renales.

Nexo clave

La relación entre enfermedad renal crónica y envejecimiento es directa. Tal y como detalla Ortiz, «en sus inicios, la enfermedad renal crónica se manifiesta como una alteración de los análisis de orina: como albuminuria o proteinuria, con conservación de otras funciones del riñón. En esta etapa inicial la única alteración conocida que acelera el envejecimiento es la disminución de la producción de klotho. Ésta es una respuesta a la pérdida de proteínas en orina y ocurre muy tempranamente en la evolución de la función renal. Más adelante es cuando falla la función del riñón de eliminar toxinas. Es precisamente durante esta etapa más avanzada cuando tanto la acumulación de toxinas (toxinas urémicas) como la falta de Klotho contribuyen a acelerar el envejecimiento».

En anteriores investigaciones el doctor Ortiz y la doctora Sánchez-Niño habían descubierto que la falta de esta hormona antienvejecimiento explicaría un envejecimiento acelerado observado en pacientes con estadios iniciales de enfermedad del riñón. En este sentido, el jefe del Servicio de Nefrología e Hipertensión de la Fundación Jiménez Díaz explica que, aunque «en apariencia los riñones funcionen correctamente, éstos pueden estar dañados, y ello se confirma cuando se comprueba que pierden proteínas en la orina, lo que se conoce como albuminuria, un desorden que provoca directamente que disminuya la producción de klotho», apunta.

«La enfermedad renal crónica es un grave problema y un reto para la salud pública en España», advierten los doctores Ortiz y Navarro, quienes hacen hincapié en que «si los riñones no eliminan toxinas, se acumulan; esto acelera el envejecimiento del organismo y las posibilidades de morir se duplican. Es más, cuando los riñones todavía pueden eliminar toxinas, la pérdida temprana de la producción de klotho acelera el envejecimiento. Esta investigación ha identificado una forma de retrasar estos procesos», concluyen.

Una patología relevante

La enfermedad renal crónica es un problema de gran relevancia entre las personas mayores de 60 años. La prevalencia es alta, ya que afecta aproximadamente a un 10% de los adultos de nuestro país, lo que se traduce en más de cuatro millones de personas, aunque muchas de ellas no lo saben. «Para conocer la existencia de esta patología hay que hacerse un análisis de sangre y otro de orina. Las principales consecuencias de la enfermedad renal crónica son un aumento del riesgo de muerte prematura (asociada al envejecimiento acelerado) y del riesgo de necesitar eventualmente diálisis o trasplante. Sólo están cuantificado el impacto económico de esto último, que se estima en torno al 5% del gasto sanitario», aclara Ortiz.

Fuente: Diario La Razón